El sapo burócrata

Este anfibio oficinista se levanta muy temprano cada mañana para sellar, firmar y archivar montañas de papeles. Ama la rutina más que a su mamá sapo y aborrece los fines de semana con cada tripa de su brillosa panza. Le gusta disfrutar de una buena taza de café viejo mientras le retira el borde perforado a las hojas de papel continuo.
Es enemigo acérrimo de los cambios y mataría sin pestañar al valiente que se atreva a desordenar sus pertenencias. Su mundo es un box de dos por dos, un rollo de papel de fax, una abrochadora, un pisapapeles, un ascensor. Su vida, un extenso y tedioso trámite.

Técnica: Dibujado en lápiz, entintado con microfibra graduada y bolígrafo. Fondo y sombra editados digitalmente.

La Cosa

Para ser precisos, deberíamos aclarar que la denominación original fue “El Coso” y no “La Cosa” como reza el título. Pero debido a conflictos legales con otra repugnante criatura del barrio (casualmente homónima) decidimos aplicar un nuevo apodo, tan útil como diplomático. Aclarado esto, podemos continuar.
Hasta el día de hoy, no existen certezas sobre los orígenes de esta inmunda alimaña. Nadie sabe con exactitud de donde salió, quien lo parió o en su defecto quien lo creó.

De todos modos, después de varios años de verlo dando vueltas por el barrio la gente se acostumbró y dejó de hacerse preguntas. Actualmente su presencia no sólo no provoca temor y sorpresa entre los vecinos, sino por el contrario despierta en la mayoría de las personas una entrañable simpatía. Quizás debido a esto, se ha convertido en costumbre ocuparse colectivamente de la alimentación de dicho espécimen.

__________________________________

Conozcamos las historias de algunos vecinos con vocación de servicio que velan por las tripas del cuadrúpedo:

Irena Kaczyński, una polaca que hace más de 15 años superó los 100 años de vida, jura con lágrimas en los ojos que posee en este mundo solo dos grandes amores: Su incontable colección de botones y La Cosa.
Es sabido que varias veces a la semana La Cosa, atraído por el tintineo de una pequeña campana, se hace presente en el patio trasero de la Sra. Kaczyński donde lo espera un abundante banquete de félidos previamente seleccionados. Los mismos son criados y mantenidos de a cientos por Irena, con el único y cariñoso fin de saciar el hambre de su bestia predilecta.

El Néstor, carnicero del barrio, se toma el delicado trabajo de seleccionarle ediciones especiales de antiguas revistas de fútbol, perdidas dentro de una vasta colección personal. Seguramente a La Cosa no le gusta el fútbol, pero si el inigualable sabor de aquellas revistas añejas torpemente manchadas con sangre por las manos del hombre de las reses.

Joaquincito, seguramente el niño más hiperactivo de la ciudad, le ofrendó hace dos años su mano y antebrazo completos, envueltos en una inocente caricia. Últimamente ya no es común verlos jugar juntos.

Amadeo, un militar retirado tanto de las fuerzas armadas como de la vida en sociedad, le ofrenda regularmente generosas porciones de una receta que resulta ser su especialidad: carne picada con cuantiosas astillas de vidrio molido, espolvoreada sutilmente con finos rulos de Virulana. Debo resaltar que el sargento le conoce muy bien los gustos, y que sabe con precisión las proporciones de cada ingrediente.

María Antonia del Milagro, una religiosa octogenaria ultra-ortodoxa, le prepara una singular variedad de pastel de papas. El secreto de dicho platillo radica en que lo cocina un lunes para recién entregárselo el lunes siguiente, o bien como en contadas ocasiones, varios lunes después. La anciana tiene claro que a La Cosa le enloquece el puré cubierto con esa superficie de medio centímetro de moho que, según afirma su nieta, parece césped en miniatura.

__________________________________

Es probable que este amor incondicional de toda una comunidad por tan peligroso ser vivo no tenga otro origen que una llana e inocente simpatía. Pero siempre quedará latente en algunos de nosotros la hipótesis de que todo lo que hacemos en pos de su bienestar se debe a un incontrolable sentimiento de temor hacia sus fauces.

Sea por lo que sea, siempre mejor saciado y feliz.

Técnica: Dibujado en lápiz, entintado con microfibra graduada. Efecto de fondo realizado digitalmente.

El Ciclotauro (κυκλο-Ταύρος)

Según los estudiosos en el tema, el Ciclotauro vendría a ser el resultado de la cruza entre la hermana menor de un minotauro (Μινώταυρος) y el primo segundo de un cíclope (Κύκλωπας). La mitología griega ha sido bastante injusta con esta criatura, ya que no sólo no lo reconoce como un personaje mitológico oficial, sino que dedica infinidad de leyendas a negar rotundamente su existencia.
En la actualidad, pese a que muchos se esmeran en demostrar lo contrario, existen unos 326 ejemplares diseminados por todo el mundo. Dadas su brutal fuerza y su resistencia física natural, más del 73% de la población se dedica a brindar servicios de seguridad para locales bailables. El 27% restante se gana la vida por medio de la venta domiciliaria de calzadores para zapatos.

Repasemos algunos números curiosos:

1 - El 82% de los ciclotauros no puede pronunciar correctamente la palabra “resbalar”.

2 - El 13% es fan activo de la Oreja de Van Gogh.

3 - El 99,8% carece de sentido de la perspectiva. (Recordemos que solo disponen de un ojo)

4 - El 99,8% repudia la existencia de salas cinematográficas con tecnología 3D.

5 - El 61% ha sufrido una infidelidad por parte de su pareja. (La presencia de la cornamenta excede lo genético)

6 - El 2,3% veranea en Las Toninas.

7 - El 13% votó por Guillermo Cherasny, y de este porcentaje el 80% volvería a hacerlo.

8 - El 72% es alérgico al alcaucil.

9 - El 41% le teme al camión de la basura en plena compactación.

10 - El 11% llora desconsoladamente al ver “Quinciañeras” (Canal 13).

11 - El 5,2% atesora una fotografía con Don Oscar autografiada.

12 - El 8,1% asegura disponer de algún parecido físico con Zulma Lobato.

13 - El 23% cree que Luis Landrisina y el Negro Álvarez son la misma persona.

(Fuente: INDEC)

Técnica: Dibujado y entintado a mano. Vectorizado y coloreado con Corel Draw.

La Gladis

La manguera dibuja en el aire
una cortina de agua que le sirve de escudo.
Sus manos empuñan una vieja escoba
que nos despista mostrándola ocupada.
Desde su vereda puede verlo todo.

Sus ávidos ojos degluten todo el panorama.
Ella sabe ver, sabe buscar. Sabe donde escarbar.
Nos conoce los tiempos, los sonidos, los atajos.
Toma frases sueltas en el aire y las alinea con destreza.
Escucha, espera, pregunta. Vuelve a escuchar.
Sabe que preguntarnos y sabe que respondernos.

Me dice en voz baja que no lo comente con nadie.
Que parece que La Carmen le es infiel al Rubén.
Se dice que no es el único, que además sale con El Esteban.
Aunque cree que a ninguno de los dos los ama realmente.
Al que ama con locura es al Mario. Pero este no la ama.

Le digo que no me importa. Que es la vida de los otros.
Me pregunta por mi ex, que si algún día volverá.
Le pregunto por su madre. Enmudece y sigue barriendo.
Algunas criaturas de esta jungla sólo son un mal necesario.
Ella es La Gladis. Un espécimen del barrio,
más común que las baldosas.
Zalo
Técnica: Lapiz y tinta.